Este es un libro sobre villanos y ciertamente no continúa la ruta del acostumbrado pastoral de ficciones que se abanderizan por la versión típica que se tiene de Balmaceda. Se postula, en cambio, que en él no solo convive lo mejor de nuestros valores históricos, sino también lo peor. Dualidad que en el más íntimo devenir anímico nacional (en ese terreno de valores que la historia juzga en Balmaceda y en personajes como Alessandri, Ibáñez, Allende y Pinochet) ha dividido a los chilenos no solo en 1891 si no como una referencia ineludible en los avatares crueles del siglo XX y XXI. Los elementos en pugna durante la guerra civil de 1891, las secuelas políticas y su contexto, se nos harán demasiado familiares: una epidemia que sembró el terror y la histeriacolectiva en todo el país, manifestaciones sociales con presos y muertos en las calles; una huelga por el precio del transporte, un estallido social generalizado, policías secretas, torturadores, matanzas de obreros, campañas del terror, saqueos, el origen histórico de aquella frase "muerta la perra se acaba la leva", que para estas alturas ya no tiene dueños si no continuadores, en fin: escenarios concebidos como un tablero, donde no importa sacrificar peones con el fin de ganar la partida. El prisma de este relato no solo alzará a Balmaceda como el constructor del Estado moderno o el visionario que consolidó la imagen de un Chile poderoso en América del Sur usando los inéditos recursos del Fisco tras la Guerra del Pacífico, sino que despojándolo de los mitos que durante tantos años han teñido su figura, nosproyectará visiones poco conocidas y complementarias a la vez. Todo esto recubierto en una atmósfera vertiginosa, donde respiraremos como nunca en un trabajo similar, los campos de batalla y el olor a sangre de miles de compatriotas que, equivocados o no, lucharon por lo que creían.