Hace cinco anos que Bilodo es el cartero de una pequeña ciudad de Canadá y solo ha faltado una vez a su trabajo para asistir al entierro de sus padres, muertos en un accidente de funicular Y es que Bilodo es un hombre peculiar con algunas manías: cuenta los peldaños que sube a diario, que suman un millar y medio, y cree que, si subir escaleras fuese una modalidad olímpica, tendría la posibilidad de ocupar el pódium. También es aficionado a la caligrafía y tiene una afición secreta: leer la correspondencia intima que reparte como cartero. Todas las noches, Bilodo abre las cartas con vapor, las copia y las clasifica por su contenido. De manera que el destinatario recibe el original con un día de retraso. Así fue como conoció a Segolène. Una joven y guapa maestra que envía mensajes cortos a un tal Grandpre, un hombre barbudo y desmelenado al que Bilodo siempre ve ataviado con un kimono rojo. Los mensajes cortos de Segolène, siempre de tres líneas, fascinan a Bilodo, sobre todo cuando se entera de que son haikus.