El extenso período durante el cual Jenaro Prieto
publicó sus crónicas en El Diario Ilustrado (1913-
1946) da cuenta de los inicios de una nueva
urbanidad. Las oficinas y la rutina, la política y el
servicio público, permearon su mirada y, con una
escritura ácida y mordaz, construyó un imaginario
de la ciudad y los ciudadanos no sólo como
documento histórico, sino que lleno de la
expresión viva de la época.