Vivimos en una época donde las ideas evolucionan y se adaptan rápidamente a nuevas realidades y contextos, no obstante, estos cambios no siempre son benéficos para la misma sociedad, ya que algunas doctrinas de antaño han adaptado armas y herramientas para esconder sus reales intenciones: limitar la libertad individual a través de la modelación de la propia naturaleza humana. Amparados por la falsedad, el victimismo, el historicismo y la corrección política, los herederos de las ideas colectivistas han transformado la realidad para desdeñar todo éxito y experiencia empírica que no se relaciona con sus fines, a cambio de un sueño idílico de la humanidad y su futuro, una paradoja que evoluciona desde el deseo a una pesadilla en vigilia.