En Placa madre, primer libro de Tomás Morales, la realidad física se confunde con la virtual: «He cambiado de aspecto / y apodo tantas veces / que olvidé la raíz / de mi verdadero nombre». Con la mano izquierda en el cable, y la mano derecha en el control, la cultura de los videojuegos es utilizada como punto de partida para elaborar treinta y cinco poemas que apelan a nuestra propia relación con la tecnología; entre el mundo análogo y biomas digitales, configuran un espacio cibernético e idílico: trayectos ficticios por Tokio, metamorfosis y enfrentamientos donde finalmente ningún personaje gana ni es vencido: «Tú y yo flotábamos abrazados a un globo / como una gaviota impulsada por el viento marino / desde la estratósfera veíamos pasar las etapas del mundo».