Si escribir es la forma más elevada de pensar, entonces pensar un poema supone reescribirlo. Este es el ejercicio al que nos somete Julieta Marchant en Poemas somos que otros escribieron: reescribir el poema de otro para pensarlo. Maravillosa reescritura porque, a su vez, ella misma demanda ser pensada, reescrita. La enseñanza se sigue limpiamente: pensamos solos, pero lo hacemos con el último bien público que nos queda, el lenguaje.