En la poesía de Matías Rivas son otros los protagonistas: voces en crisis que evocan existencias tórridas y deliran con lengua directa. En Un poema de amor, su cuarto libro, asumen la pasión con toda su consecuencia: emociones contrariadas, recuerdos dolidos, deseos maltratados por la fricción cotidiana.
La técnica de Rivas no tiene alarde: sus efectos la preceden. En sus versos crudos hay remanentes de temple romano. Esta técnica invisible tal vez no consista en otra cosa que en un dominio de los registros tiernos, crueles, temerarios, del autoconocimiento y la franqueza; en un oído que insiste en escuchar epigramas límpidos, aun en medio de la desafinación generalizada y sin arreglo.