En una sala donde los enfermos son separados por una cortinas traslucidas, cortinas que apenas alcanzan para diferenciar las tragedias personales, la madre del protagonista yace en una cama, conectada a un balón de oxigeno, alimentada por vía intravenosa. El joven narrador, a su vez intenta distraerla con sus historias de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.