Marcelo Maturana tuvo una vida literaria marcada por una situación enigmática: escribió sin parar, pero nunca publicó un libro, quizás a causa de su descomunal perfeccionismo. Dejó centenares de textos inéditos –cuentos, fragmentos de novelas, poemas, sorprendentes ejercicios de estilo, palíndromos–, a la espera de un día que jamás llegaría. Aceptó, sin embargo, publicar crónicas en la prensa, actividad que desarrolló en diversos medios, entre los que el diario Las Últimas Noticias fue su nicho más constante y prolongado. Allí mantuvo durante diecisiete años, entre 2006 y el día de su muerte, en 2023, una columna de opinión en que no opinaba ni pontificaba sobre nada: su veta era la reflexión cotidiana, la conversación con los demás o consigo mismo, el detalle microscópicamente universal, la memoria, el juego literario, la digresión metafísica, siempre extrayéndole a cada palabra su máxima expresividad. Este libro es una compacta colección de esas páginas, inesperadas derivas –llenas de preguntas, de humor angulosamente fino, de seca melancolía– que ligan temas muy dispares como si fuesen continuos: la amistad, la pasión, el ahogo en un vaso de agua, la infancia,