Es difícil abandonar la niñez cuando lo que viene por delante es incertidumbre y sacrificio. Cuando hay que sacar sietes en matemáticas para que tu mamá no pase rabias o cuidar a tus hermanas y ayudar en la casa. Sin embargo, cunde la esperanza en el séptimo A, y es que crecer también significa poder salir con chicos o ser bailarina de Technotronic, aspirar a convertirse en Jane Eyre y usar petos y maquillaje. Y sobre todo, saber que no se es la única en esta situación, pues todas tus compañeras lo están pasando igual que tú.
Es triste dejar atrás la casa de la infancia y Natalia Berbelagua sabe transmitir con sutileza esa pérdida en esta bellísima, melancólica y muy divertida novela. En un brillante ejercicio de autoficción a lo Annie Ernaux, Independencia traza con humor el retrato de un barrio y una forma de vivir la adolescencia descaradamente noventeros, consagrando a Berbelagua como una de las voces de referencia de la literatura chilena actual.